John M. Harrison
El curso del corazón
Editorial Sigilo (Argentina)
Páginas: 256
Formato: 140 mm x 220 mm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789874063014
En Argentina, el nombre del inglés M. John Harrison comenzó a sonar con algo de fuerza cuando su novela Preparativos de viaje salió por Línea C, la colección de ciencia ficción de editorial Interzona. Su director era Marcelo Cohen, quien se encargaría de recomendar también otra novela de Harrison, que catalogaba de "soberbia y terrible". Era El curso del corazón, que había sido publicada en España por Minotauro en 1996 (cuatro años después de su aparición en inglés) y entonces ya no se conseguía. Ahora, una nueva editorial, Páprika, acaba de subsanar esa falta, especialmente cruel con aquellos a los que les gusta encontrar en la ciencia ficción una clave de lectura para el mundo cotidiano.
Aunque hablar de ciencia ficción tal vez resulte un poco vago. Las historias que, en El curso del corazón se entrelazan con la historia principal, abrevan en las más diversas fuentes: la mitología, la religión gnóstica, el fantasy, el mundo medieval, la literatura, la filosofía, el erotismo y el terror, por nombrar solo algunas. Todas esas historias proveen a los tres protagonistas de la novela de un marco de intelección para lo que les sucede, que de otro modo -en su estado puro- sería intolerable.
El curso del corazón comienza con un prólogo, en el que el narrador primero recorre algunas bellas escenas de su infancia en las que mira a su madre y se pregunta por el significado de la palabra "madurez" cuando se refiere a las personas y, después, se detiene en otra escena, posterior, ligada a sus inicios sexuales. Una tarde, cuenta, estaba con una chica en el cuarto de ella cuando alguien golpea a la puerta y dice: "Yaxley está dispuesto a intentarlo". El narrador y su compañera dudan acerca de si responder o no, pero al final lo hacen. El prólogo termina así: "¿Habría cambiado algo si no lo hubiera hecho, si me hubiera quedado allí, en silencio, con la mano entre sus piernas, tratando de contener la risa?". No tardaremos en enterarnos de que la que está en la habitación con el narrador es Pam y el que golpea a la puerta es Lucas: tenemos, allí, a los tres protagonistas de esta historia. Yaxley es una especie de mago o chamán sombrío. Pocos días después los cuatro practicarán en los bosques de Cambridge un ritual cuyo contenido nunca queda claro. Lo que sí queda claro es que algo falla y el curso de las vidas de los tres amigos se ve modificado para siempre.
Ese prólogo lleva por título "Pleroma". El Pleroma, noción que aparecerá una y otra vez durante la novela, es, para los gnósticos, la unidad primordial de la que surge todo lo que existe. Según se dice en otra parte del libro es una forma de plenitud, "que ha llegado a nosotros a través de la confusa promesa cristiana del Paraíso" y que se contrapone al hysterema o kenoma: "dolor, ilusión, vacuidad -la vida que estamos condenados a vivir-".
El capítulo siguiente comienza abruptamente, con una mención al divorcio de Pam y Lucas. Han pasado años del ritual fallido y nada se nos dice de la reorientación que sufrió lo que ahora comprendemos como un triángulo amoroso. La relación sexual entre Pam y el narrador apenas si vuelve a mencionarse. Del ritual, poco se recuerda. Por distintas vías -el olvido, la deliberación-, ambos eventos quedan sumidos en el silencio. Sin embargo, no por eso desaparecen de la trama. Permanecen, por el contrario, latentes: incluso parecen bombear el curso de los acontecimientos como un corazón secreto. Aun más: es como si esa centralidad vital del ritual mágico y el desengaño amoroso proviniese justamente del hecho de que no puedan ser nombrados directamente, que hace proliferar las referencias tangenciales a lo largo de la vida de estos tres personajes.
Tras el hiato que así se configura, comienza la novela. Es la salida del Pleroma, equiparable tal vez a una suerte de expulsión del paraíso: una caída en la que el fin de la inocencia coincide con el fin de la infancia. Pero etimológicamente la infancia se liga con el silencio (el in-fante es el que carece de habla), por eso, también es allí donde se inicia la historia, es decir, donde se inician todas las historias.
Desgarrados por aquella experiencia temprana y por otras, también dramáticas, que le siguieron, Pam y Lucas comienzan a contarse una ficción: la del Coeur (el corazón), una suerte de espacio intermedio entre el Pleroma y el mundo que nos toca vivir, tal vez más accesible. Así se consuelan. El narrador, por su parte, intenta seguir con su vida "normalmente", pero nunca pierde contacto con Yaxley, que lo convertirá en testigo de un infierno mucho más tangible, y posiblemente más aterrador, que el que implican las visiones que acompañan a Pam y Lucas.
Algo salió mal y todos quedaron marcados. Las historias que se cuentan intentan suturar la herida: rodear una y otra vez esa falla y ese dolor que los marcaron en su juventud sin jamás alcanzar verdaderamente su núcleo. Como si vivir, en el fondo, fuera eso: contarnos historias sobre lo importante que nos pasó. Y en efecto, el relato del curso del corazón y el mundo acabarán por confundirse, en una novela hermosamente escrita con el lenguaje preciso capaz de nombrar al mismo tiempo el amor y el espanto que une a estos personajes (por acercar El curso del corazón a nuestros pagos) y de aludir además a aquella instancia innombrable en la que todo se originó. Lucas terminará concluyendo: "el Pleroma no es como creían los gnósticos. Es aterrador. Incomprensible. Sin algo como el Coeur que proteja, el Cielo puede ser más insoportable que -hizo un gesto de impotencia-... todo esto. El mundo. ¿Lo ves? No teníamos adónde huir. Había que creer en algo".
Lara Segade