Entrevista
Malena Rey: Hola, buenas tardes a todos y a todas. Muchas gracias por haber venido hoy a la presentación de Una casa llena de gente, este nuevo-viejo libro de Mariana Sández, que está de visita en Buenos Aires, porque ella vive actualmente en Madrid. Digo nuevo-viejo, porque es una reedición. El libro tuvo una primera edición en otra editorial, en Compañía Naviera. Y desde hace algunos años, Mariana pasó a ser autora de la editorial Impedimenta, que es una editorial de Madrid, donde publicó ya La vida en miniatura, otra de sus novelas que presentamos el año pasado.
Hoy vamos a estar junto a Hinde Pomeraniec hablando de este libro y después, seguramente, si alguien quiere hacer alguna pregunta, también va a haber espacio. Quería agradecerle mucho a la librería, a Libros del Pasaje, que nos recibe con mucha generosidad en este salón tan hermoso y tan histórico, porque hay muchas otras fotos de otros escritores y escritoras que pasaron por acá. Y después contarles que va a haber un brindis cuando terminemos la conversación. Así que gracias de nuevo y los dejo con las protagonistas.
Hinde Pomeraniec: Gracias, Male. Muchas gracias. Sí, este living tan lindo… Yo pensaba y hablábamos de reediciones. Vos sabés que acá yo presenté la primera edición de la biografía de Blackie, así que todos pasamos alguna vez por acá, por este sillón [...] Bueno, Una casa llena de gente es una novela que yo leí en el momento en que había sido publicada. En el año 2019 tuve la suerte de entrevistar a Mariana en Vidas prestadas, que entonces era un programa de radio y también en un podcast donde Mariana vino de nuevo el año pasado a propósito de su nueva novela, La vida en miniatura. Cuando ahora me llamaron las chicas, para acompañar a Mariana en esta oportunidad, me di cuenta que tenía que volver a entrar en una novela compleja, porque está narrada de una manera compleja, está pensada de una manera compleja, es una historia compleja, es una historia que tiene muchas historias, es una historia que tiene que ver con un edificio donde hay varias familias, en donde las familias se vinculan, en donde las cosas se van contando de maneras diferentes. Algunas cosas se cuentan en el momento, algunas se cuentan mucho después.
Y entonces, como para empezar, te quería proponer algo, que me parece que puede ser interesante para vos y para quienes vinieron a acompañarte, y que tiene que ver con retomar algunas de las cosas que hablamos en el año 2019.
Ahora tenés otra experiencia como escritora y como lectora también, entonces me gustaría retomar algunas de las cosas que conversamos en el 2019 y después hacer una especie de ping-pong Revista Gente, como para no spoilear. Yo te voy a tirar algunos conceptos que me parecen que son centrales de la novela, y vos hablás y por ahí sobre eso yo te pregunto algo, pero sin correr el riesgo de andar pisando ese palito. Lo primero es, me acuerdo que en esa oportunidad dijiste que entre que la empezaste a pensar y la terminaste, habían pasado muchos años. Lo que yo no te pregunté en ese momento y te pregunto ahora es, ¿qué quiere decir que la empezaste a pensar?
Mariana Sández: Bueno, primero, muchas gracias Hinde, para mí es un lujo total qué estés acá con nosotros, conmigo, porque bueno, Hinde es una periodista y escritora muy conocida, con un pensamiento muy interesante, muy agudo, lo saben todos los que la seguimos en los medios, en las redes, en todos lados, asi que gracias a la librería, a las chicas de Contexto. Y bueno, sí es raro este desdoblamiento, volver a hablar de este libro. Es como un renacer del libro y está bueno. Y es interesante esto que vos planteás. Pasaron diez años desde que tuve la primera idea hasta que se publicó porque tardé en decidir cómo se iba a contar. Sin darme cuenta iba avanzando, si bien creía que no, porque iba como coleccionando situaciones, fragmentos diversos: y al final la novela es bastante collage, bastante patchwork. Fui acumulando en distintos archivos, por ejemplo, las cartas o el diario de Leila, por un lado, mientras que por otro avanzaba con otras escenas de la trama. En paralelo iba probando formas de edición: los juntaba y volvía a separarlos una y otra vez. Porque no me convencía, no encontraba la voz… Eso es lo que al final decimos siempre los que escribimos, que armar un libro es como dirigir una orquesta, necesitás saber qué instrumento se va a empezar a escuchar, ¿no? Sobre todo en este caso que es polifónica, que hay muchas voces. Al final cada personaje tiene un tono, la novela es una orquesta. En determinado momento, sentí que Charo era la directora de orquesta, y que decía: ahora entra este trombón, ahora sale un piano… Ella es quien organiza un legado, tiene que poner orden. Me pasó que empecé la novela en 2009, no encontraba cómo contarla, y en 2011 tuve una época bastante larga escribiendo biografías personales, biografías de familia para las que entrevistaba al abuelo, a la abuela, después al hijo, a la hija y así, para que le quedara el testimonio de la familia a los nietos. En determinado momento, me costaba avanzar con la novela, tenía todos estos documentos y ahí dije ah, ¿por qué no hago lo mismo que hago cuando voy a esas entrevistas? Que era una tarea un poco a caballo entre el periodista y el psicólogo, porque me pasaba, con las personas que entrevistaba, que en el relato salieran cosas súper personales, súper íntimas, y también súper crudas y dolorosas, hubo de todo en esos encuentros. Entonces ahí dije, claro, este es el asiento de Charo. Y ahí sí, ese fue el momento en donde todo se unió a través de ella como entrevistadora de los demás personajes.
Y bueno, en el medio escribí otros libros, el libro sobre Manuel Antín… Después publiqué, en 2016, los cuentos Algunas familias normales. En simultáneo a la escritura de Una casa llena de gente también crecía Dorotea, o sea, la protagonista de mi novela posterior, La vida en miniatura… [mira a Hinde]
Hinde Pomeraniec: Cuando nos vimos el año pasado yo no recordaba que ella había aparecido en esta novela…
Mariana Sández: Sí, aparece mencionada porque ya sabía que luego haría una novela de ese personaje.
Hinde Pomeraniec: Son varias las voces que suenan, porque son diversos los protagonistas también, y son muchas las personas que hablan sobre lo mismo y que van armando las figuras de lo que se quiere contar. Pero también es cierto que hay una tríada de mujeres de la familia que son bien fuertes: la abuela, Granny, Leila, la madre, y Charo, la hija. Según lo que se quiera ver, porque todo el tiempo podemos ver madres e hijas de un lado y del otro. Hay amistades, hay cruces entre varias familias dentro de lo que es este mismo castillito. Esa es una de las palabras. ¿Por qué castillito?
Mariana Sández: Creo que la novela tiene una cosa que me gusta mucho, que va reapareciendo en mis libros, en los cuentos también, y son los juegos del lenguaje. Dejo que muchas cosas salgan impulsivamente, como exabruptos (palabras inesperadas, imágenes raras), y permito que se vayan filtrando. Después, durante el proceso de escritura, veo si lo quito o lo dejo y hasta a veces lo aprovecho, lo expando, lo vuelvo un tópico dentro del libro. Me divierto mucho y voy probando, así fueron quedando castillito, château, châtelet, sandcastle…
Hinde Pomeraniec: A mí me gustaría aclarar, para los que no leyeron la novela, que esto que estamos hablando en cuanto a complejidad, no afecta en absoluto a lo que tiene que ver con la lectura, sino más bien todo lo contrario, porque introduce a la lectura de esas novelas que uno podría decir, medio novela total, ¿no? ¿Qué novela me llevo a una isla desierta? Tengo que elegir una novela para estar sumergida.
Bueno, Una casa llena de gente no se parece a nada de lo que estemos leyendo, y a la vez, se parece mucho a lo mejor de la narrativa argentina, por una lengua argentina muy elegante y muy diferente a la que leemos generalmente, ya que, de pronto, es una lengua que se parece más a la lengua literaria de los sesenta o de los setenta, ¿no?, que es la lengua que maneja Mariana. En ese sentido, creo que uno abre los ojos cuando la lee, porque efectivamente está leyendo algo diferente. Con La vida de miniatura me pasó exactamente lo mismo. Ahora, estábamos hablando de esta cuestión de la complejidad. Me acuerdo que una vez me contaste una anécdota de una nena en la playa.
Mariana Sández: Sí, estábamos de vacaciones, mi hija tenía dos años y apareció una nena de ocho o nueve años, con pelito corto, era muy Mafalda. Era la última hija de una familia ensamblada, con un hermano bastante mayor. Entonces, la nena andaba suelta por ahí todo el tiempo y llevaba a mi hija como mascota. Me encantó esa chica. De hecho, creo que se llamaba Charo, me parece. Y esa imagen de esa nena fue algo que enseguida se mezcló con la novela. Pero bueno, fueron tantas etapas, tantos momentos.
Hinde Pomeraniec: Mencionaste un concepto que también tengo acá anotado, porque te quería preguntar, y es que hay algo con la familia ensamblada que me parece interesante para pensar con todos los sentidos. En las familias ensambladas concretas, como puede ser la de Charo, pero también en la familia ensamblada, que es la gente que habita el castillito.
Mariana Sández: Claro, porque me gusta mucho el tema de las relaciones interpersonales, las correspondencias en todas las relaciones, poner la luz para esos vínculos, pero también me gusta mucho cómo uno interpreta y sobreinterpreta en exceso la vida de los otros, sobre todo cuando la ve parcialmente, ¿no? O sea, uno ve un recorte determinado, ya sea sobre el vecino o alguien a quien ve todos los días, y va como componiéndose la imagen de esa persona, siempre a partir de pequeñas cosas, pero la verdad es que el total no la tenemos nunca, creo que ni siquiera cuando convivimos con alguien. Y bueno, lo de los vecinos me encanta. Yo ahora vivo en Madrid y, por ejemplo, pasa que la gente cuelga la ropa en la ventana, en el patio interno. A veces veo la ventana de la vecina del frente, que cuelga todas las prendas azules, tipo uniforme. Entonces le digo a mi marido ese debe ser enfermero, y me dice no, debe ser paramédico, no sé qué. Pero cómo eso, o sea, la ropa, unos códigos determinados, es un detalle, pero nos pasa creo que a diario con todo el mundo y en todos los planos.
Hinde Pomeraniec: [Referencia a una entrevista anterior con Mariana] Hay dos frases tuyas que me gustan. Una en la que me decías: “no sé sobre qué escribiría si no hubiera vivido en un edificio”. Y la otra era: “me gusta el encuentro aleatorio de gente en un edificio, en un trabajo o en un hotel de vacaciones. Se puede llegar a ser familia”.
Mariana Sández: Totalmente, sí, es que pasan esas cosas. Nos suspendieron un vuelo y terminamos en un hotel de argentinos en Guadalajara, todos atrincherados a última hora, y se generó un grupo. Eso es alucinante, y a mí lo que más me interesa son las emociones, las reacciones, las actitudes, y cómo la actitud de uno va determinando o influyendo las actitudes de los otros, ese dominó.
Hinde Pomeraniec: Al mismo tiempo, lo que aparece es esa frase: “la literatura es una casa llena de gente”. En definitiva, esta es una novela sobre la construcción de la literatura, porque estamos hablando de la construcción de una novela con todas esas voces, una novela coral, porque hay una directora de orquesta, ¿no? Pero, hablando de lo que significa esa construcción, aparecen citas todo el tiempo, y aparece el personaje de Leila que es quien deja el legado a su hija… Estamos hablando de una caja llena de notas y de cuadernos de una mujer que no se animó a ser una escritora, o lo fue pero el público no se enteró, y aparece la palabra escritera, que en un momento Charo confunde algo y dice así. Entre los juegos de palabras aparece escritera. ¿Qué hay detrás de eso?
Mariana Sández: Bueno, es una palabra que, efectivamente, dijo mi hija. Y yo pensé cómo a partir del cambio de una letra podés cambiar todo el sentido. Porque, además, la novela tiene mucha identificación con la mirada infantil, que me interesa en relación a lo que hablaba antes, y es que justamente a un chico se le recorta la visión de las cosas. Entonces, lo que es interesante desde el punto de vista de los chicos es que Charo interpreta un montón de cosas. De hecho, el inicio de la novela era una nena que está mirando la televisión, que trata de escuchar los gritos de los vecinos. Intenté ponerme en el lugar de un chico que se ve envuelto en una situación así, que percibe todo tipo de cosas pero no tiene la información completa. Es interesante pensar las distintas formas que tiene de suponer o reponer esa falta de conocimiento.
Hinde Pomeraniec: Por otra parte se pone en juego distintas formas de maternidad.
Mariana Sández: Como hija, Leila tiene un problema de autoestima que le impide concretar un sueño y unas ganas de hacer determinadas cosas en su camino. Como su madre fue muy autoritaria, digamos que la relación intrafamiliar minó mucho la autoestima de Leila. En cambio su hija, Charo, tiene padres mucho más abiertos y pertenecen a otra generación, es otro momento...
Hinde Pomeraniec: Y es dramaturga.
Mariana Sández: Sí, pero es dramaturga también porque se le permite, porque tiene un padre psicoanalista y una madre más abierta de lo que fue la madre de su madre. Me interesaba eso. ¿Cómo nos influimos todos? Una madre o unos padres que te coartan no te dejan desarrollarte. Y en otro caso, al contrario, pueden ser inspiradores.
Hinde Pomeraniec: Algo que me dijo Mariana también esa vez era que no le gustaba su voz. Que no le gustaba leerse. Que no se leía en voz alta. Entonces voy a leer un fragmentito yo, que dice:
Lo que más le apasionaba en la vida a mamá era leer y escribir. Esa es la herencia que me dejó. La contrapasión o el calvario dentro de ella fue no poder publicar más que unos cuentos dispersos en revistas culturales. Lo extraño es que tenía planes de publicar. Escribía con esa intención. Pero una vez que terminaba las historias, no se animaba a llevarlas a un editor ni a defenderlas. Las dejaba asfixiarse en cajas de cartón amontonadas unas con otras, dentro de algún armario o baulera. No eliminaba los archivos de la computadora. Han salido de todas partes como cucarachas al prender la luz, desde que ella murió y nos propusimos revisar.
Lo que yo te pregunto ¿vos alguna vez creíste que no ibas a poder publicar?
Mariana Sández: Sí, sí, creo que mucho tiempo, porque en realidad, desde muy chiquita quería escribir y después lo pospuse un montón de tiempo, y recién cuando ya estaba casada y con mi hija tuve la oportunidad, porque me echaron de un trabajo, tuve la oportunidad de sacar esto, ¿no? Como lo que uno saca de un desván y dice, bueno, ahora me toca. Y entonces sí, creo que durante mucho tiempo tuve eso ahí tapado. Y después, cuando empezás, tampoco sabés cómo te va a ir. En mi caso pasó todo muy lentamente y con un nivel de incertidumbre tan enorme que… Igual sigue siendo así, porque cada libro nuevo y cada etapa nueva nunca sabes qué te va a salir, si va a ser bueno… O sea, en el camino se quedan libros enteros. A mí se me quedan libros enteros.
Hinde Pomeraniec: O están en los documentos.
Mariana Sández: Están en los documentos o en la papelera, tiro mucho… Pero igual también tengo archivos que creo que no voy a tocar nunca más, no los tiro por las dudas, para revisar.
Hinde Pomeraniec: Hablabas recién de lo que significa que se te dé el espacio, ¿no? Que te permitan cosas, lo decías así por lo de Charo. Y yo pensaba que lo de la autoestima dañada de Leila tiene muchísimo que ver también con esa madre que no le da su espacio y que sólo vive para cuestionarla. La abuela inglesa, además, tiene un lugar importante en la novela, por esa lengua medio inventada, muy interesante, que armás con un castellano atravesado por el inglés, algo que no es tan común, porque en la literatura argentina hay mucho de cocoliche, al menos a mí me resuena mucho el castellano del porteño atravesado por el cocoliche, pero no pasa eso con el inglés.
Mariana Sández: Bueno, ese personaje, Granny, es muy curioso porque la verdad que yo tenía la intención de hacer una abuelita, buenita, dulce, un refugio… Completamente lo contrario… la verdad, a medida que ella se me alejaba, me divertía. Sentía que no era lo que yo estaba pensando, y ahí me di cuenta. En la facultad, me acuerdo que en la cátedra de literatura italiana, una profesora contó algo que Pirandello decía, que los personajes se le escapan al autor. Y yo dije: esto no tiene sentido, ¿cómo se le van a escapar? Y cuando me pasó eso, entendí a qué se refería. Vos tenés como a priori unos estereotipos, unos esquemas, una idea de la personalidad de tus personajes, pero en el proceso de ir construyendo los personajes realmente van cobrando vida propia. Entonces cuando te preguntan, ¿es tu mamá, es tu papá, es tu primo?
Hinde Pomeraniec: Sí y no.
Mariana Sández: La verdad es que ese personaje se va moldeando de tal manera que ya no es nadie, es un personaje único. Quizás te dicen ¡sos vos!, o ¿vos sos Leila?, y hay cosas de Leila que yo pensé, que miré, que dije, que observé, pero no. Es muy difícil explicarlo, porque a la gente le gusta siempre encontrar la identificación, pero de verdad, al final, el personaje se forma con todo lo que va ingresando de la vida real durante. Y si la novela me llevó diez años, imagínate todo lo que recabé.
Hinde Pomeraniec: Y de la literatura que fuiste leyendo, de lo que vivís, de lo que viste en el cine. Pensaba en una colega que estaba acá recién, con la que estudiamos juntas. En esas clases se hablaba de Pirandello, y también pensaba en Niebla de Unamuno, con el personaje que le pide al autor que no lo mate, ¿no? O sea, es verdad, aparece por un lado eso, pero en general, en la escritura, uno se propone montones de cosas y a veces se hace, es impersonal. Una casa llena de gente es una de esas novelas ideales para los grupos de lectura, por todas las cosas que pueden pensarse, lo que un lector no vio lo puede haber visto el otro, porque además es una escritura como abigarrada y con mucha concentración de palabras fuertes. Vos, en un momento, me decías “me gusta la literatura que no es solemne ni dramática” y lo pensaba en relación a la muerte, porque efectivamente es una novela que tiene cosas muy difíciles, de esas que pasamos todos en la vida, pero la novela tiene un tono que no es frío. ¿Qué es?
Mariana Sández: Yo creo que, bueno acá pienso en lo que me han dicho en estos cinco años los lectores, creo que es cálida, porque una inmensa cantidad de gente me ha escrito cosas tan lindas… Por decir, cada uno se identifica con algo o con alguien, dice yo tuve esa mamá, o yo soy esa mamá, incluso muchos hombres, a pesar de que la mayoría de los personajes que hablan son mujeres. Entonces creo que todos me han dicho eso es una familia con la que me gustaría quedarme. Lo he hablado mucho en los clubes de lectura que tuve por las distintas novelas y llegué a esta conclusión, que tiene que ver con algo que me parece que dice Piglia, lo ideal es que el autor no juzgue a los personajes y yo me di cuenta que a mí me pasa eso con los personajes. Incluso me pasa con los lectores porque en los clubes de lectura que coordino, la gente está tranquila porque nunca hay una observación del tipo ¿cómo no entendiste esto?, ¿cómo no te va a gustar ese? Jamás. Yo jamás opino de lo que le tiene que gustar o parecer a otro. Y con los personajes me pasa lo mismo, en el sentido de que jamás juzgo que un personaje es malo o es bueno, o tuvo que haber hecho esto o lo otro. Sino que siempre estoy en una posición donde entiendo que cada persona hace lo que puede. Como que de verdad lo siento, por lo menos cuando estoy en el plano de los personajes, que después en la vida real es otra cosa, me peleo con todo el mundo. También lo hablamos con la gente de los clubes que coordino, cuando algunos lectores se enojan con un personaje, yo les digo: aprovechen porque leer, por lo menos para mí, es una posibilidad de jugar a ser psicólogo, es el momento de entender a los demás, es decir, fíjate cómo hace esto, qué decisión toma, cuál es su reacción… pero no para enojarse, sino para aprender; lun psicólogo no se enoja con el paciente, trata de poner todo en contexto y entender... Creo que esa forma de mirar el mundo que voy creando hace que la gente sienta una cierta cercanía, ¿no?
Hinde Pomeraniec: Eso lo entiendo y me encanta lo que decís pero yo en realidad lo que me preguntaba era ¿cómo se consigue, con temas duros, un tono que no sea dramático o solemne a la hora de escribir, para conseguir ese efecto?
Mariana Sández: La verdad que no sé, pero creo que tiene que ver con eso que te digo, con ponerme como un poco en panóptico de ver, estar viendo cómo se van a comportar todos, ¿no? Algo que me encanta pensar y que descubrí después de esta novela, es que mi mirada literaria se vincula a los estudios de Erving Goffman, el padre de la microsociología; es lo que hace Pirandello también, tratar de entender cómo cada microgesto y microacto de lo que nosotros hacemos influye a cada uno de una manera diferente. Cómo nunca la comunicación es pura, porque yo digo una cosa y cada uno va a interpretar lo que pueda, según su experiencia, con lo cual todo es tan parcial y tan fraccionado. Esa mirada es la que hace que por ahí no dramatice sino que entienda, que me ponga en el lugar de tratar de entender. Es lo que yo creo.
Hinde Pomeraniec: Algo que estaba muy interesante en la novela es cómo se pone de manifiesto esta idea de que los hechos no fueron los mismos para los integrantes de una misma familia, en este caso, extendido a todas las familias que habitaban en el castillito y cómo se va recuperando fragmentos de las escenas, de las diferentes escenas a partir de los diferentes relatos ¿no? Cómo uno puede crecer toda la vida con algo que de pronto le hizo mucho bien o le hizo mucho mal y que en realidad no existió, porque tuvo que ver con lo que uno vio en ese momento y en realidad no era así. De todo esto está construida tu novela… ¿Eso era algo que vos te propusiste hacer?
Mariana Sández: Antes no me daba cuenta, pero esto que parece ser un bucear en los otros también es un bucear en mí y me aparecen un montón de cosas que realmente yo no tenía idea, por ejemplo, me preguntabas a mí en el principio del castillito, recién ahora que voy por el cuarto o quinto libro, me doy cuenta la importancia que tienen para mí las casas. Del mismo modo, me gusta mucho la variedad de versiones que surgen a partir de un hecho y de tratar de entender cómo lo vio cada uno, cómo lo vivió, cómo lo transmite y cómo lo elabora, verlo en panóptico, de cómo le repercute a varios a la vez, no sé, me interesa muchísimo.
Hinde Pomeraniec: La literatura aparece como aquello a lo que Leila dedicó toda su vida, pero que quedó pendiente para ella, que no pudo terminar. Estamos hablando de lo que tiene que ver con su legado. Todo lo que le deja a la hija tiene que ver con aquello que fue la vida de ella, que fue la vida de todos, pero que es también la novela que nos escribió o el libro que nos escribió, hoy llamamos “novela”, mucho más fácilmente, a distintas formas de la narración. Hay como una especie de transmisión del deber de lo que va a venir, y sobre eso está estructurada esta novela. En el medio de todo eso, entre los distintos vínculos que se establecen, no sólo pasa que un detalle de la conducta de uno afecta a la conducta del otro, sino que se entablan diferentes clases de vínculos en esa nueva familia ensamblada, que puede ser la del edificio. Está la amistad entre mujeres como una cosa muy central de esta novela, pero está también la amistad entre hombres y mujeres. ¿Qué nos podría contar la novela sobre la diferencia entre la amistad entre mujeres y la amistad entre hombres y mujeres?
Mariana Sández: Lo que es, justamente, el punto de partida de la novela, para mí era la amistad entre mujeres. Porque me interesa muchísimo la psicología femenina, me encanta. Observé a lo largo de mi propia vida y de la gente alrededor que la amistad entre mujeres puede ser tan intensa. Es esa suerte de simbiosis femenina entre dos amigas, antes desconocidas, que quise representar en la novela. Intentar mostrar que dentro de ese vínculo hay envidia, rivalidad, enojo, idas y vueltas por un tema y por el otro. A la hora de retratarla, fue delicado ver cómo te metes en el medio de una relación así para hacerla clara, mostrándola sin explicarla, eso es lo que yo quería. Y si la comparamos, por lo menos desde mi punto de vista, con lo que pasa en general, creo que con los hombres entre sí o entre hombres y mujeres no se produce esa intensidad, para unirse y para separarse. En las mujeres lo veo más arrebatado, que es parte de lo que me gusta, ¿no? Es apasionado.
Hinde Pomeraniec: Las figuras de los hombres en la novela son bien diferentes. Yo sigo pensando que era una primera novela, que evidentemente vos trabajabas mucho con la literatura, no solo como lectora, sino como profesional de la literatura, entonces habrás descosido cantidad de novelas para ver cómo se hacían, pero sigue siendo muy fascinante y, al mismo tiempo, muy atractivo pensar que una primera novela fuera tan obsesivamente trabajada. ¿Cómo fuiste construyendo tantos personajes y tantas voces? ¿Cómo te lo propusiste? ¿Qué recursos tenías para hacerlo?
Mariana Sández: Soy muy desordenada, tenía una diversidad de archivos sobre distintos temas abiertos a la vez, todos numerados, pero mirá, siempre cuando me preguntan estas cosas me vuelve una imagen de la infancia, porque creo que realmente tiene mucho que ver con cómo escribo. Cuando era chica me compraban las revistas Billiken y los Anteojito, y las desarmaba, porque no soportaba que viniera de un lado información sobre, no sé, Belgrano de un lado, y del otro lado sobre los cascarudos o sobre qué comen los grillos… todo mezclado. Entonces lo que hacía era arrancar las páginas y en unas cajas grandes que tenía con separadores, a los que le ponía separadores rotulados como ciencias, historia, salud, literatura, rearmaba mis propias revistas. Y para mí escribir es hacer eso. Entonces, retomo lo que vos decís, yo no siento que haya leído muchos libros para escribir esto. Pero probablemente de todas las lecturas anteriores, sí hay un algo, un arrancar las páginas de otros y que se te queden en un lugar sumamente inconsciente. Y a la vez es el modo en que trabajo cuando escribo: teniendo varios archivos, como si fuera esa caja de pantalones donde tengo los divisores, digo: estas son las cartas, estas son los textos.
Hinde Pomeraniec: A ver Mariana, yo te entiendo, está todo bien… pero lo qué contás del toc de las cajas es un problema que no me compete… [risas] Pero lo que pienso es en la cantidad de cuentos que podrían haber salido de todas estas historias, y sin embargo fue una novela desde el principio, esa es la mayor sorpresa, que haya una novela que haya sido pensada más allá de los diez años. A veces el tema del tiempo no es lo que uno puede, porque, qué sé yo, Fogwill escribió en un mes Los pichiciegos, pasadísimo, está bien, la mitología está, pero acá lo que hay es el resultado y en el resultado es donde yo digo, guau.
Mariana Sández: Bueno, pero en serio, porque para mí tiene mucho ese orden de trabajo, de saco y pongo, ¿sabés el tiempo que puedo llegar a invertir en eso?
Hinde Pomeraniec: Me acordé de algo que hablamos y esto es muy importante, la corrección, claro, porque hay mucha gente que quiere escribir y que en cuanto terminó les dijeron hay mucho que trabajar y dicen no, ya está, cierran. Corregir es mucho más que escribir, muchísimo más.
Mariana Sández: Y de alguna manera, por un lado es lo más lindo, y por otro lado es lo más tedioso. O sea, es lo más lindo porque se acabó, lo que tenía que escribir está escrito, está ahí más o menos, entonces estás feliz. Pero al mismo tiempo llega un momento, yo por lo menos, en que se vuelve repulsivo el libro, porque decís, basta, no puedo volver a leer este texto una sola vez más. Y ahí por lo menos es cuando yo sé que se acabó.
Hinde Pomeraniec: Para quienes no la leyeron también hay distintas formas en que aparecen los textos, los relatos. Las voces de algunos de los personajes aparecen en itálica y así la misma historia, en donde se entreteje la vida de todos estos personajes, aparece de muchas maneras distintas. Hay escenas que son difíciles. Me dijiste que no querías que fuera trágica la idea de la muerte: la muerte sucede, decías. ¿Hubo algún momento en que sufrieras mucho, no porque tuvieras que corregir, sino porque te hiciera sufrir la novela que estabas escribiendo?
Mariana Sández: Siempre con las novelas tengo un momento en el que la escritura se me traba, más o menos en la mitad. Por lo general, tengo el principio y el final, y hay un momento en la mitad que es un parto, por eso tardo, porque hasta que eso sale, entre tanto avanzo con otro libro. Pero también es maravilloso el momento en que se desbloquea. Me pasó con La vida en miniatura, que de repente estaba muy atravesada por la historia. Tuve una charla con el editor de ese momento, bajé a sacar la basura y me quedé así [quieta]. Y me vi pasar la historia por delante. Hay partes que vienen muy rápido y me encanta cuando esas partes no las cambio.
Hinde Pomeraniec: Precisemos un poquito cuando hablamos de bloqueo, porque para la mayoría de la gente el bloqueo es la hoja en blanco. Y la verdad no es la hoja en blanco. Lo de la hoja en blanco, en general quienes escriben siempre tienen algo para escribir. Y si no pueden escribir, cuando hay un bloqueo se ponen a escribir otra cosa, pero en general no falta sobre qué escribir. ¿A qué llamamos exactamente un bloqueo? ¿No saber cómo continuar con la historia de un personaje?, ¿no estar convencida con quién está contando una historia?, porque de pronto tiene que ver con el punto de vista o con quién es el narrador de la historia, hay montones de grandes novelas que fueron reescritas por completo, porque sus autores se daban cuenta que quien estaba contando no era el narrador que quería para su novela, ese tipo de cosas.
Mariana Sández: Sí, eso, la verosimilitud muchas veces. Decir, bueno, pero cómo voy a decir esto, es una barbaridad, no tiene sentido, ¿hacia dónde va esto?, ¿hacia dónde lo estoy llevando? Entonces, hasta que realmente esa historia se desarrolla y la tenés, lleva tiempo... Pero por eso, el momento en que sabés que apareció es increíble, porque no tenés idea cómo. No tengo idea y entonces es lo más lindo quizás, porque no hay una fórmula, no hay una cosa que voy, aplico y ya lo tengo, no. Y entonces es tan sufrido como placentero, pero bueno, hay que atravesar eso, hay que aguantar. Eso sí que es muy frustrante, porque estás todo el tiempo diciendo, y si no viene, y si no sale, y si tengo que tirar todo este trabajo, desperdiciar el tiempo que estuve trabajando para nada y es muy duro la verdad pero bueno, creo que si no existiera el toc eso no se aguanta. Hay algo que tiene que ver con una sensación como de autodesafío, de decir, tiene que ser [...] Ayer me escribí en el celular una frase: al final la literatura es lo que te hace sentir que la vida está en otra parte, porque mientras estás viviendo, que es lo que le pasa a Leila y es mi tema, tenés la sensación de que te encanta la vida y te encanta tu familia y te encanta todo lo que pasa, pero hay algo que te hace querer todo el tiempo estar encerrada en esa otra cápsula, es otra definitivamente, y ese tironeo es terrible…
Hinde Pomeraniec: pero pensaba en la traducción, porque mientras el personaje de Leila se queda con las ganas de publicar, se nota, por las cosas que dice, que tiene la satisfacción de dejar a su heredera ahí, haciéndose cargo de todo eso. Estaba imaginando… ella era traductora. A la traducción, Leila la menciona como algo completamente lateral a la literatura, si bien la traducción es fundamental, ella lo siente como algo a lo que le falta todavía un par de escalones, ¿no? Como para poder llegar. ¿Qué te pasa a vos con la traducción y con los otros trabajos que haces que tienen que ver con la literatura, por un lado, y por otro lado, quería preguntarte si estás en estado de escritura permanente.
Mariana Sández: Bastante. Me molesta el run run de la vida cotidiana, porque sentís que te están sacando de algo que es donde vos querés estar, y a ese estado de dispersión mi hija lo describe como disociación, se da cuenta enseguida cuando su mamá está disociada. Eso por un lado, por otro lado, la traducción a mí me interesa mucho, me gustan mucho las lenguas. Me gustaría saber muchas más, y la verdad que también ahora, viviendo en España, es un tema que hablamos con otras escritoras allá. O sea, es que vivir en España es todo el tiempo traducir. Y es increíble porque uno a priori diría, bueno, pero entre un español y otro es lo mismo, pero no, la distancia es permanente. Y lo que también descubrí gracias a la escritura es que no solo me encantan las casas, sino que también me gusta mucho la oralidad [...] Porque al final, la oralidad tiene que ver con cómo uno interpreta y cómo expresa esa realidad. Entonces, si tenés más sentido del humor, vas a expresarlo con humor, si sos dramático, vas a dramatizar, en fin. Esos registros y esa relación entre cómo hablo y cómo soy me gusta mucho porque al final, para construir un personaje, primero, sobre todo, hay que saber cómo habla, Por ejemplo, estoy escribiendo cosas de Argentina y me vienen un montón de palabras de mis abuelas, y me parece increíblemente entretenido…
Hinde Pomeraniec: Estás leyendo Cortázar a lo loco.
Mariana Sández: Bueno, y Hebe Huart, Silvina Ocampo, Manuel Puig.
Hinde Pomeraniec: Bueno, ¿qué te parece si vemos si alguien quiere preguntar algo? Porque de pronto hay interesados que no la leyeron o, por el contrario, gente que la leyó y que tiene su oportunidad para preguntarte algo. ¿Alguien quiere preguntar? ¿Sí?
Preguntas
Lectora de la audiencia: En esta novela aparece un personaje muy querido, Dorotea, que luego se convirtió en la protagonista de La vida en miniatura. ¿Siempre supiste que ibas a escribir una historia sobre ella o lo fuiste descubriendo?
Mariana Sández: Sí, porque a Dorotea la había pensado antes, en Una casa llena de gente. Y se me había bloqueado, no encontraba cuál era el narrador, entonces la dejé, la estacioné. Y bueno, la retomé mucho después. Cuando entregue esta novela al editor, la retomé, ya bien decidida hacia dónde iba.
Lectora de la audiencia: Muchas gracias.
Hinde Pomeraniec: ¿Quién más quiere preguntar? ¿Se animan?
Lectora de la audiencia: Hola, ¿qué tal? Bueno, yo tengo dos preguntas. ¿Cómo surgió el personaje de Gloria? Que me parece súper simpático, además, todo el mambo que tiene con el tarot y esas cosas. Y la segunda pregunta que, bueno, si querés, después te hago acordar: ¿qué rol ocupan los hombres en la novela?
Mariana Sández: Gloria es la combinación de un par de vecinas. Siempre digo que la literatura, ante todo, es venganza [risas] y claramente esta novela tenía como propósito vengarme de un par de vecinas. Cada personaje se va reformulando, no es realmente nadie en particular, pero además tenía una amiga que era médica ayurveda y astróloga, y bueno, todo el tiempo con cualquier cosa que yo hacía me decía pará de limpiar, luna en Virgo, estaba todo el tiempo hablándome de los astros. Tomé ese rasgo suyo y para poder hacerlo investigué bastante sobre astrología en internet.
Lectora de la audiencia: Si, eso de la casa 12 me sorprendió un montón [se ríe]
Mariana Sández: Me divertí un montón aprendiendo, sí.
Hinde Pomeraniec: Lo de los hombres que te preguntó es muy interesante, porque yo pensaba Fernando, tan columna, tan columna de arquitectura todo el tiempo, pero está bueno el lugar de los hombres.
Mariana Sández: Mucha gente me reclama que no hablen más hombres en la novela, pero bueno, muchas veces yo también tengo la manía de ir contra lo que la gente va a esperar.
Hinde Pomeraniec: ¿Mucha gente o muchos hombres?
Mariana Sández: No, gente. Entonces, como sabía qué era lo esperable o lo simétrico… O sea, todos esperamos lo simétrico. Si hablan tantas mujeres, hablan tantos hombres. Y me gusta desarmar esa expectativa. Entonces dije, como van a estar esperando eso, no lo voy a hacer. Y después pensaba también con respecto a Fernando, que Fernando es psicólogo, está más cerca de ella, sabe todo. Si él hablaba, se iba todo lo que yo quería dejar entredicho para que sea el lector quien recomponga y decida si hubo o no hubo, si hubo con Martín, si puso los chicles en la escalera… Me gusta que sea el lector el más activo, y si Fernando hablaba, desactivaba todo. Pero bueno, de repente puse a Julián como para responder a eso de que no habla ningún hombre. Pongo uno, pero no más.
Lectora de la audiencia: También me llamó la atención, volviendo a Gloria, el hecho de que ella no lee libros, pero sin embargo tiene su lectura y su interpretación de la realidad a través del tarot, y cómo este tema de la literatura y del relato y de la interpretación atraviesa a todas las mujeres de la novela y es tan importante para todas ellas de alguna u otra forma, aunque Granny lo niegue y quiera sepultar la lectura como un modo de vida que va para atrás.
Mariana Sández: Sí,el otro día hablaba con alguien sobre cómo ese tópico del miedo a la literatura existe desde siempre, incluso desde el Quijote, o desde Madame Bovary, la literatura es algo que enloquece… Y le decía que, justo ahora, leí una novela de Némirovsky, El vino de la soledad, donde cuenta mucho su relación con la madre, y me sorprendió porque le pasa lo mismo que a Leila con Granny, que a Némirovsky la madre le recriminaba eso, todos los días metida en los libros, te vas a trastornar, te vas a enfermar. Me parece que es porque al final la literatura brinda esto que yo dije hace un rato, la posibilidad de estar en otro lado y no responder a las expectativas.
Hinde Pomeraniec: Es rebelde, básicamente. Hay una cosa de rebeldía. Recién mencionabas a Granny y pensaba que cuando la gente te dice encontré a mi abuela ahí, o encontré a mi mamá ahí, bueno, en lo personal encontré muchas cosas también, pero en cuanto a la abuela, hay algo que es interesante que dice, que relaciona el mal genio de Granny con el viaje que hizo desde el Reino Unido para acá, lo que significó eso. Y ahí yo pensaba, y habla de que no estudió, mientras los otros hermanos sí fueron a la escuela. Y mi abuela materna, que nació en Buenos Aires, pero era hija de gente que había venido de Ucrania, de Odessa… Ella no fue a la escuela, porque su hermana mayor ya estaba en la escuela cuando el padre murió, su hermano menor era varón, tenía que ir a la escuela, y mi abuela, que cuando la madre se queda viuda, recién llegados y demás, tiene que quedarse a ayudarla. Yo no te puedo explicar lo mala onda que era. Nunca sentí que no nos quisiera, pero tenía una mala onda, se la pasaba criticando así, exactamente así como hace Granny. Así que siempre vamos a encontrar algún personaje de nuestra familia en Una casa llena de gente. Me pasó así, literal.
Lectora de la audiencia: Hubo una frase de la abuela que me pareció genial, que decía algo así como “mi abuela daba verdaderos golpes de Estado…”. Es muy buena.
Hinde Pomeraniec: Bueno, está lleno de frases así como muy… [mira a Mariana] No creo que tengas un documento con frases buenas, esas que salen.
Mariana Sández: No, esas no, esas frases salen… Y lo que está bueno es cuando hay muchos exabruptos que me salen y los dejo, pasan las diversas revisiones y lo voy dejando, eso quiere decir que me parece bien, que tienen que estar ahí. Pero muchos surgen de repente ¿no? De hecho, los pasajes que más me salieron sin pensar nada son los que hablan de la literatura. Son los más radicales… Con el humor pasa lo mismo, y el humor también puede ser muy complicado, podés caer en la tontería fácilmente.
Hinde Pomeraniec: ¿Alguien más se anima? Bueno, entonces les decimos gracias a todos por habernos acompañado, por estar. [Aplausos]